viernes, 26 de abril de 2013

Cuando conocí a Rafael García Romero


El escritor Rafael García Romero
Por Santiago Estrella Veloz

A Rafael García Romero lo conocí en el año 2001, cuando ingresé a la Revista (A)hora como Editor Ecológico. Confieso que de inmediato admiré la sagacidad e inteligencia del escritor, que entonces se desempeñaba como Editor Literario de dicha publicación.
Si bien no hemos mantenido una amistad “de juntas y de tragos”, como diría un español amigo, sí puedo afirmar que la nuestra ha sido profunda, a tal punto que en una oportunidad le dije que sería mi albacea literario, lo que ratifico nuevamente, para que quede escrito.
He analizado su personalidad y me luce que es una persona buena, un poco reservada, pero que no vacila a la hora de enseñar u orientar a cualquier periodista novato que lo requiera. Porque Rafael García Romero es un verdadero Profesor de Literatura, con mayúsculas, aunque más certeramente sería decir que es un Educador, también con mayúsculas, porque en nuestro medio profesores hay muchos, pero educadores, pocos.
Es una coincidencia que estudiáramos, en diferentes épocas, en el Colegio Cristóbal Colón, con los queridos profesores Luis Encarnación Nolasco, un genio de las matemáticas, quien era el director; Félix Medina, Otilio Mercedes Sandoval, Leonel Fernández y  Mario Holguín, entre otros.  El profesor Encarnación Nolasco murió ahogado hace muchos años, por los lados de La Caleta, donde una ola al parecer lo arrastró hacia el Mar Caribe, mientras pescaba.
Mercedes Sandoval, por cierto, fue compañero de estudios en el liceo Juan Pablo Duarte de Héctor Valdez Albizu, Vincho Alcántara, César Pina Toribio, Alejandro y Juan Pablo González Pons, Leonte Brea, Ramón Mella "Mellita", Fidias Mejía, Enriquito de León, Giovanni Brito, Pedro Julio Santiago Canario y José del Castillo Pichardo, columnista del periódico Diario Libre. Valdez Albizu, con el correr del tiempo, llegaría a ser Gobernador del Banco Central y Pina Toribio Ministro de la Presidencia en el gobierno de Leonel Fernández.
En 1962, cuando el autor de este libro era apenas un “aprendiz de periodista”, dirigí el vocero del Colegio Cristóbal Colón, que llevaba el nombre de El Descubridor. En esa época, García Romero era un niño de apenas cinco años, pues nació en 1957.
En ese Colegio  encontró techo el Teatro Experimental Popular (TEXPO) fundado por el escritor Ignacio Nova en 1975, cuando  era un adolescente. En el Cristóbal Colón, extensión Domingo de los Santos, salón de clases 4to de la secundaria, impartió docencia el ex presidente Leonel Fernández,  quien en una foto aparece con pantalón blanco y camisa mangas largas floreada.
Son muchos los que deben agradecer a Rafael García Romero sus enseñanzas, pues ha sido orientador de jóvenes en talleres literarios, mediante charlas, conferencias o simples recomendaciones personales para que aprendan a escribir y utilicen como se debe el idioma español.

García Romero nació en Santo Domingo el 1 de noviembre de 1957, hijo de  Isabel Felipa Romero Piñeyro y Tito Antonio García González.
Isabel Felipa Romero Piñeyro era maestra alfabetizadora; y en la actualidad (2012) dirige y lidera una escuela bíblica para niños. El padre de García Romero  era marino mercante, en su primera etapa, actividad a la que renunció para casarse con doña Isabel. Pasó a trabajar como encargado de caldera, de la planta que funciona a la ribera del Río Ozama. Ahora vive de su pensión de fogonero de la antigua Corporación Dominicana de Electricidad (CDE), hoy con el pomposo nombre de Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE)
El matrimonio también procreó a Digna Altagracia, Luis Ángel (fallecido), Antonio de los Santos y Virgilio García Romero.
El escritor Rafael García Romero tiene cinco hijos. En su cédula dice que es soltero. No quiero ahondar en esas intimidades.
Poeta, narrador, ensayista y periodista, Rafael García Romero  cursó su educación primaria y secundaria en Santo Domingo. Estudió periodismo en el Instituto Dominicano de Periodismo (1976-1978), y arquitectura, literatura y sociología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) institución esta última, donde estuvo afiliado a la sección de literatura del Movimiento Cultural Universitario y al Taller Literario César Vallejo. Entre las múltiples actividades que ha desempeñado figuran: profesor de informática, literatura y español, redactor cultural, corrector de estilo, articulista y subdirector de relaciones públicas de la Secretaría de Estado de Educación y Cultura. Formó parte del equipo fundador del suplemento literario “Coloquio” del periódico El Siglo. También trabajó con el equipo edito-rial del suplemento Isla Abierta del periódico Hoy y en la redacción de la revista [A]hora. En 1985 obtuvo el primer premio en el concurso de cuentos organizado por el ayuntamiento del Distrito Nacional y posteriormente, el primero y el tercer premios en el concurso de cuentos de Casa de Teatro, en 1987 y 1992, respectivamente. Es uno de los más destacados narradores de la Generación de los 80. Textos suyos aparecen en las antologías: “Novísima poesía dominicana”, de Igor Zamora, “De estos días”, “Hábeas Corpus”, “El movimiento interiorista”, de Bruno Rosario Candelier e “Islas en el sol. Antología del cuento cubano y dominicano”.
El Ministerio de Cultura le otorgó el Premio Nacional de Cuento José Ramón López por su libro “A puro dolor y otros cuentos”; y en 2007 su cuento “Un hombre, Claudia y los recuerdos felices” figura en la antología de cuentistas latinoamericanos “Contar es un placer”, de Emmanuel Tornés.

Hace poco leí en el libro “Ejercicio de crítica y apreciación literaria”, de Manuel Matos Moquete un comentario donde el crítico califica a Rafael García Romero  de “narrador avezado” y agrega en ese comentario que hace de su novela “Ruinas”, que se trata de un escritor que conoce las posibilidades del oficio y sabe jugar con los matices de los acontecimientos y los personajes.
Yo, con lo poco que he leído de su literatura, entre ellos los libros “La sórdida telaraña de la mansedumbre”, “Memorias de Ricardo Valdivia” y su más reciente libro de relatos “Infortunios y días felices de la familia Imperios Duarte recordados con pusilánime ternura”, concuerdo con el comentario de Matos Moquete; y para mí es un orgullo ser colega y amigo de Rafael García Romero.


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