El escritor Rafael
García Romero
Por Santiago Estrella Veloz
A Rafael García Romero lo conocí en el año 2001, cuando ingresé a la
Revista (A)hora como Editor Ecológico. Confieso que de inmediato admiré la
sagacidad e inteligencia del escritor, que entonces se desempeñaba como Editor
Literario de dicha publicación.
Si bien no hemos mantenido una amistad “de juntas y de tragos”, como
diría un español amigo, sí puedo afirmar que la nuestra ha sido profunda, a tal
punto que en una oportunidad le dije que sería mi albacea literario, lo que
ratifico nuevamente, para que quede escrito.
He analizado su personalidad y me luce que es una persona buena, un
poco reservada, pero que no vacila a la hora de enseñar u orientar a cualquier
periodista novato que lo requiera. Porque Rafael García Romero es un verdadero
Profesor de Literatura, con mayúsculas, aunque más certeramente sería decir que
es un Educador, también con mayúsculas, porque en nuestro medio profesores hay
muchos, pero educadores, pocos.
Es una coincidencia que estudiáramos, en diferentes épocas, en el
Colegio Cristóbal Colón, con los queridos profesores Luis Encarnación Nolasco, un genio de las
matemáticas, quien era el director; Félix Medina, Otilio Mercedes Sandoval,
Leonel Fernández y Mario Holguín, entre
otros. El profesor Encarnación Nolasco
murió ahogado hace muchos años, por los lados de La Caleta, donde una ola al
parecer lo arrastró hacia el Mar Caribe, mientras pescaba.
Mercedes Sandoval,
por cierto, fue compañero de estudios en el liceo Juan Pablo Duarte de Héctor
Valdez Albizu, Vincho Alcántara, César Pina Toribio, Alejandro y Juan Pablo
González Pons, Leonte Brea, Ramón Mella "Mellita", Fidias Mejía,
Enriquito de León, Giovanni Brito, Pedro Julio Santiago Canario y José del
Castillo Pichardo, columnista del periódico Diario Libre. Valdez Albizu, con el
correr del tiempo, llegaría a ser Gobernador del Banco Central y Pina Toribio
Ministro de la Presidencia en el gobierno de Leonel Fernández.
En 1962, cuando el autor de este libro era apenas
un “aprendiz de periodista”, dirigí el vocero del Colegio Cristóbal Colón, que
llevaba el nombre de El Descubridor. En esa época, García Romero era un niño de
apenas cinco años, pues nació en 1957.
En ese Colegio
encontró techo el
Teatro
Experimental Popular (TEXPO) fundado por el escritor Ignacio Nova en 1975,
cuando era un adolescente.
En el Cristóbal Colón, extensión Domingo de los Santos, salón de
clases 4to de la secundaria, impartió docencia el ex presidente Leonel
Fernández, quien en una foto aparece con
pantalón blanco y camisa mangas largas floreada.
Son muchos los que deben agradecer a Rafael García Romero sus
enseñanzas, pues ha sido orientador de jóvenes en talleres literarios, mediante
charlas, conferencias o simples recomendaciones personales para que aprendan a
escribir y utilicen como se debe el idioma español.
García Romero nació en Santo Domingo el 1 de noviembre de 1957, hijo
de Isabel Felipa Romero Piñeyro y Tito Antonio
García González.
Isabel Felipa Romero Piñeyro era maestra
alfabetizadora; y en la actualidad (2012) dirige y lidera una escuela bíblica
para niños. El padre de García Romero
era marino mercante, en su primera etapa, actividad a la que renunció
para casarse con doña Isabel. Pasó a trabajar como encargado de caldera, de la
planta que funciona a la ribera del Río Ozama. Ahora vive de su pensión de
fogonero de la antigua Corporación Dominicana de Electricidad (CDE), hoy con el
pomposo nombre de Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales
(CDEEE)
El matrimonio también procreó a Digna Altagracia, Luis Ángel (fallecido), Antonio de los Santos y Virgilio
García Romero.
El escritor Rafael García Romero tiene cinco
hijos. En su cédula dice que es soltero. No quiero ahondar en esas intimidades.
Poeta, narrador, ensayista y periodista, Rafael García Romero cursó su educación primaria y secundaria en
Santo Domingo. Estudió periodismo en el Instituto Dominicano de Periodismo
(1976-1978), y arquitectura, literatura y sociología en la Universidad Autónoma
de Santo Domingo (UASD) institución esta última, donde estuvo afiliado a la
sección de literatura del Movimiento Cultural Universitario y al Taller
Literario César Vallejo. Entre las múltiples actividades que ha desempeñado
figuran: profesor de informática, literatura y español, redactor cultural,
corrector de estilo, articulista y subdirector de relaciones públicas de la
Secretaría de Estado de Educación y Cultura. Formó parte del equipo fundador
del suplemento literario “Coloquio” del periódico El Siglo. También trabajó con
el equipo edito-rial del suplemento Isla Abierta del periódico Hoy y en la
redacción de la revista [A]hora. En 1985 obtuvo el primer premio en el concurso
de cuentos organizado por el ayuntamiento del Distrito Nacional y
posteriormente, el primero y el tercer premios en el concurso de cuentos de
Casa de Teatro, en 1987 y 1992, respectivamente. Es uno de los más destacados
narradores de la Generación de los 80. Textos suyos aparecen en las antologías:
“Novísima poesía dominicana”, de Igor Zamora, “De estos días”, “Hábeas Corpus”,
“El movimiento interiorista”, de Bruno Rosario Candelier e “Islas en el sol.
Antología del cuento cubano y dominicano”.
El Ministerio de Cultura le otorgó el Premio
Nacional de Cuento José Ramón López por su libro “A puro dolor y otros
cuentos”; y en 2007 su cuento “Un hombre, Claudia y los recuerdos felices”
figura en la antología de cuentistas latinoamericanos “Contar es un placer”, de
Emmanuel Tornés.
Hace poco leí en el libro “Ejercicio de crítica y
apreciación literaria”, de Manuel Matos Moquete un comentario donde el crítico
califica a Rafael García Romero de
“narrador avezado” y agrega en ese comentario que hace de su novela “Ruinas”,
que se trata de un escritor que conoce las posibilidades del oficio y sabe
jugar con los matices de los acontecimientos y los personajes.
Yo, con lo poco que he leído de su literatura, entre
ellos los libros “La sórdida telaraña de la mansedumbre”, “Memorias de Ricardo
Valdivia” y su más reciente libro de relatos “Infortunios y días felices de la
familia Imperios Duarte recordados con pusilánime ternura”, concuerdo con el
comentario de Matos Moquete; y para mí es un orgullo ser colega y amigo de
Rafael García Romero.